Las confesiones de la nueva era se hacen delante de una web-cam. El mensaje se difunde por la red, se esparce por el ciberespacio con una velocidad trepidante para dar salida a todo un torrente de emociones, ideas y colores que tienen como objetivo la ciber-redención (Neologismo). Ni mas, ni menos. Expiar tus culpas, exponer tus quejas o simplemente compartir tu opinión sobre temas que te perturban a las 03:35 A.M o a las 15:36 P.M.
La hora es lo de menos. Lo importante es compartirlo. Una identidad creada por pantallas TFT y teclados retroiluminados. Una identidad que ya no se busca en el otro, si no, en los otros. Esos millones (o cientos) de usuarios que están deseando ver y escuchar al "freak" del momento. Alguien que confía en su cámara, como si fuera su mejor amigo. Alguien que no juzga y que tan solo observa y graba para posteriormente poder editarlo y que tu mensaje llegue a cualquier hijo de vecino. ¿Ansia de celebridad? ¿Alienación postmoderna? ¿Identidad disoluta?.
Ponle la etiqueta que quieras. A mi personalmente me resulta fantástico poder disfrutar de todas esas personitas a través de esta pequeña ventana del "mundo" llamada PC. Confesiones a altas horas de la noche en las que el leit motive es la necesidad imperiosa del otro.
Nosotros, somos otra cosa...
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