El porno nunca me defrauda. Suena lapidario. Pero es así. El simulacro de un encuentro sexual provoca más placer que el acto en sí. Cuerpos perfectos, prácticas que no son del agrado de todos o total disponibilidad... Todo ello hace del porno algo de lo que poderme fiar. Llámame pajillero, voyeur, salido, pervertido, tendencioso... Lo que quieras, me es igual.
No elevo el porno a la categoría de arte, de hecho creo que nunca he visto alguna película entera, pero cumple una función: Darte aquello que esperas, sin ninguna contraprestación. Un alivio esporádico para un calentón previsible. No te terminará abrazando o preguntándote si realmente le gustas, eso es otra cosa, todo eso te lo ahorras. Es tan sencillo. Está al alcance de tu mano, a golpe de click un desfogue matutino puede resultar mucho mas interesante si no te apetece echar mano de la imaginación. Que sería algo así como la "pornografía" innata que cada uno de nosotros (unos mas, otros menos) tienen para relajarse, pero sobre todo, para autosatisfacerse. Al fin y al acabo todo acaba (o comienza) en el Auto- .
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