No hay necesidad. Ni bilis. Ni tan siquiera atrabilis. La expulsión incesante de palabras. No hay viscera. No hay profunda secreción y no hay herida. Nadie
quiere escribir en inglés; sólo los ingleses; bueno, y Nabokov, y
Salman Rushdie, y algunos otros “Empire writes back”. La
violencia y el amor. El amor y la violencia. La eterna conjunción.
Del odio al amor en una milésima de segundo. Ya no queda espacio
para el amor. Ya no queda tiempo para el odio. Algún día
las borrachas dominarán el mundo. Ese día ya no habrá mundo. Y lo
cierto es que una borracha no se preocupa por esas contingencias...
¿El mundo?... ya ves tú. Por muchas borrachas que haya el mundo
seguirá su propio ritmo, como el tiempo o como el espacio o como cualquier cuerpo en descomposición. ¿Son la
misma cosa? ¿Porque si son la misma cosa, cuando tú no estás en el
mismo espacio que yo, el tiempo no existe? Crap...
Será la misma mierda.
Será la misma mierda.
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