El sentimiento está en huelga. La felina sigilosa no se siente plena al sol, no encuentra paz en el ronroneo y si se lo meten chilla y si se lo sacan llora, como la famosa gata Angora. Entre idas y venidas, arañazos en el alma y zarpazos en el corazón. Tachan y techín forman un dúo sensacional, deberían ser cómicas y comedidas. Tachan siempre ha pecado de escandalosa y Techín le hace de comparsa, vaya par de indómitas y remilgadas. Lavan sus excrementos con su áspera lengua, su ritual de limpieza es terriblemente importante, sobre todo cuando se trata de las zonas aledañas al ano, a los genitales o las zarpas de lagarta. Pobrecillas, ellas, las gatitas que relamen sus heridas, pobrecitas las que sueñan con una rápida huída, pobrecitas las que persiguen el ovillo ajeno, pobrecitas...
Aquellas que esperan por el vendabal de lechuzas de colores, encerradas en su ensimismamiento, enclaustradas en la jaula del yo. Ego pertérrito donde domina la vacuidad, la isla de la soledad. Mares te rodean y tormenta acecha tu morada, a pesar de que los rayos de sol hayan cobrado la vitalidad pérdida tras el ominoso invierno... Sal pequeña, sal, sal gatita, sal para convertirte en monstruo sin rostro, ese que hace cola, que se detiene y no respira, ese que espera religiosamente en el carrefour esperando, esperando y consumiendo y gastando, atiborrándose de manjares a 1€. Te veo y no te reconozco. Arañas, pero solo pellizcas el velo. Gritas, pero ya no te oigo. Sigues ahí, pérdida en las trivialidades de un amor que juega a escondidas, si te he visto no me acuerdo y si me acuerdo, tengo una memoria tan corta que hasta el pez más ágil, me supera. Sigue en huelga y vete donde no te conozcan. De ruinas de cristal están hechos los sueños. Amando gasto los últimos cartuchos ante la eventual caída, el derrumbe de la moral y la eclosión de la ignorancia. Estallidos, puñetazos y lapos en el ano.
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