La higiene oral tiene sus días contados. La han sentado en el banquillo de los acusados. ¿Por qué? Ahora sólo quiere tragar, devorar, ingerir, degustar, tomar, engullir, zampar, jamar, deglutir, masticar... Atrapar entre mis dientes los sabores de los mil y un paraísos que se esconden en tu entrepierna. La de cualquiera. Correr por las calles como perro sin dueño oliendo culo ajeno. Vida sin gracia, sin rumbo y con un futuro tan esperanzador como el de una nación del Tercer Mundo. República bananera, sin bananas, y con un dictador elegido democráticamente cada cierto tiempo para el provecho de una minoría acomodada, de esas que se cuidan religiosamente los dientes. Una fortuna en el dentista. Dejaré que mis dientes se pudran y problema resuelto.
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