Trinos y Gorjeos

Subyugado a una voluntad divina, sin cielos estrellados o maravillas cósmicas; en un universo que continúa expandiéndose.

Aunque pudiera escapar de tu presencia,
no me desprendería de tu envenenada carne.

Sensaciones húmedas y amores perversos en lianas de sueños.
Las miradas vacías ya no llenan el vaso de la codicia.

¡Opiáceos que no alcanzan el cenit de tus besos!
¡Opiáceos que no pueden competir con el cielo!
¡Opiáceos que no hacen efecto sobre un inconsciente manido!

Silencio. 

Una carcajada sorda. 
Así comienza la obra maestra.

Venas y arterias directas al cerebro,
en una impetuosa carrera por la muerte de la idea.

¡Huyamos al Norte!
¡Huyamos!
¡Huyamos al Norte!

El Sur sigue siendo un lastre...

Añoro tiempos que desentrañen odios y pasiones a raudales.
Nada es rosa y el glitter no puede competir con el brillo de las estrellas.

Esta ciudad me es completamente ajena.

Malgastando los últimos cartuchos de una juventud que ahoga.
Febril y ferviente.

Y el sexo murió en tus desérticas praderas, 
esas que ya no saben a cielo y que solo traen nubes de tormenta.
Y no vivieron para celebrar su pasión, 
ahogaron su deseo en ínfimas batallas, 
aquellas propias de la rutina.

Firmamento o cemento, 
cielo o infierno. 
Derramo lágrimas en profundas esquinas sin ningún techo.

En los lugares más recónditos es dónde he cometido mis mayores hazañas, 
las mal llamadas obras maestras.
Felinas que maúllan en horas intempestivas buscan casa de acogida.
Volver a los oscuros misterios del armario es preferible,
es lo correcto. 

¡ES NECESARIO! 
¡DIÁSPORA AHORA!

Soy el que malgasta su tiempo en un amor agridulce. 
Soy el que ama y el que cela,
Soy el que miente y el que siente.
Disponible sólo en analógico.

Vientos hostiles que cargan tu voz de impetuosas melodías.

Siempre he sido de aquellos que cosen doble, 
por si las moscas se atreven a morder las costuras de tus pantalones.